jueves, 15 de marzo de 2018

Etapa 4. Vigan

Etapa 4ª. VIGÁN

La salida de Banaue es más complicada si cabe que la entrada. Los transportistas del lugar son los protagonistas de la oferta y precios. 
El viaje a Vigán se convierte en una etapa aventurera y agotadora. Un jeepney te lleva hasta Bontoc por el equivalente a 2,30 euros, eso sí, el engendro no sale hasta que no se llena. Embutidos se viaja hasta Bontoc en una hora y media. No existen las rectas ni el terreno llano, o subes o bajas pero siempre te balanceas.
El terreno que observamos en marcha es pura montaña. Vegetación selvática, torrenteras chorreando sobre el asfalto a cada trecho, bancales aterrazados donde verdea el arroz. Es un paisaje donde sólo se encuentra población dispersa en pequeñas aldeas o en casa diseminadas a pie de carretera. La soledad del camino se interrumpe con la presencia de personajes pintorescos. 


En Bontoc, nos espera una furgoneta (aquí la llaman Van) para trasladarte hasta Bouko. Se vuelven a repetir las mismas circunstancias anteriores. Llegados a Bouko, otra furgoneta nos traslada a hasta la localidad de Cervantes. Un  atrevimiento llamar así a una villa donde nadie habla español. 




                                                          Bayyo

                                                Cervantes

La última furgoneta que nos espera nos llevará hasta Tagudín, localidad que conecta con la carretera Manila-Vigan. Aquí un autobús nos llevará hasta nuestro destino. Una auténtica carrera de obstáculos que comenzó a las 8,00 de la mañana y finaliza a las 19,00 horas.
Vigán se despierta para nosotros con el clarear del día. Una de las mejores ciudades coloniales españolas en Asia. Las hay mejores en Hispanoamérica, pero esto es el sudeste asiático.
El entramado urbano de Vigan responde a los cánones exportados por España al resto de su imperio colonial. La calle principal está dedicada al abogado y político Floro Crisólogo, natural y vecino de Vigán. 

                                            Calle Crisólogo

Restaurantes, tiendas, hoteles y edificios abandonados se alternan en este espacio. Es una calle peatonal, tal vez la única que hay en Vigán. 
El sabor colonial español se aprecia en la estructura de los edificios y en la organización de sus elementos y espacios. Cornisas salientes, enrejados en las ventanas, balconadas de madera al modo canario, entrada de carruajes, patios interiores ...




Hay sin embargo muchos elementos que restan vistosidad. La conservación de muchos edificios es deficiente, el cableado urbano enmarañado, el tráfico constante y enorme que soportan hace de esta ciudad un espacio ruidoso y humeante donde el tráfico gana el derecho al peatón.





                                       Catedral de Vigán


Las tardes en Vigán caen al ritmo solar. A medio día es una ciudad desierta. El sol es un justiciero demasiado implacable como para desafiarle en estas latitudes, pero cuando el astro cae las calles se llenan de jóvenes atentos al espectáculo del atardecer, su fuente de colores, que crece y se desarrolla al ritmo de la música de "despacito".


Con el despertar, decimos adiós a la capital de la provincia de Ilocos Sur y continuamos nuestro viaje por la costa oeste de la isla de Luzón.

1 comentario:

  1. ¡ Ese Julián! Espero que estéis disfrutando y merezcan la pena esas kilometradas envasados al vacío jeepney...Un beso y “p’alante”

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